Hoy hago esta entrada con el propósito de dar mi valoración y las conclusiones que he sacado tras haber leído la novela Otra vuelta de tuerca.
Su autor es Henry James, muy conocido porque empleó en muchas de sus obras la técnica de cambio de vista, que permite a cada lector acercarse aún más a la psicología de los personajes. Esta técnica se da claramente en la novela que voy a tratar. Se emplea también el relato-marco, que consiste en incluir uno o varios relatos dentro de la narración principal.
Pero antes de hablar sobre las técnicas empleadas en Otra vuelta de tuerca, me gustaría acercarme más a Henry James a través del cuento Lo mejor de todo. Personalmente, me he leído este cuento ya que creo que me faltaban cosas por saber sobre los temas que suelen abordar sus obras y su manera de escribir.
Lo mejor de todo nos cuenta la historia de una viuda que manda a un amigo del fallecido escribir la biografía de este, de manera que pone a su disposición todo tipo de documentos e informaciones. Durante la escritura de la biografía, el amigo siente la presencia de Doyne, el fallecido, y cree que este le está ayudando a contar su historia. Sin embargo, más adelante comprende que lo que verdaderamente está haciendo el difunto es ponerse en contacto con los vivos para manifestarles su malestar acerca de que escriban su biografía. Finalmente, tras la aparición del fantasma de Doyne, tanto amigo como viuda renuncian a escribir la vida del muerto.
Creo que este cuento está muy bien ya que es muy corto y te haces a la idea de cómo son las historias que cuenta Henry James. Personalmente, de este cuento saco la conclusión de que los fantasmas en esa historia no existen verdaderamente, sino que los vivos se habían dejado llevar por sus propias emociones y habían pensado que había una fuerza sobrenatural ayudándolos o expresándose, cuando, en verdad, esto era simple producto de su imaginación.
Pero esta idea, sobre si existen o no los fantasmas, también es la que rodea a la siguiente historia de la que voy a hablar: Otra vuelta de tuerca
Al principio, se introduce la historia a los lectores a través de un grupo de gente que se reúne para contar historias de miedo. Douglas, uno de los presentes, advierte al resto de que va a contar una historia de miedo única, ya que esta historia de miedo la protagonizan unos niños pequeños.
Douglas cuenta la historia de una institutriz que va a trabajar a una casa de campo, en Bly, que era el sitio donde se encontraba la casa. El caballero que le ofreció el trabajo a la institutriz le contó que su principal función en la casa era cuidar de unos adorables niños que se habían quedado huérfanos. Todo esto parecía normal, pero había una condición que la institutriz debía comprometerse a cumplir: no se podía poner en contacto con el tío de los niños, es decir, con el propio caballero, ya que debía ser ella misma la que se encargara de todo.
Con todo esto, la institutriz empezó a trabajar ahí, al principio solo con la pequeña Flora, ya que Miles, el otro pequeño, no había llegado todavía. La ama de llaves de la casa, la señorita Grose, le contó lo fascinante que era el pequeño Miles, más aún que la excelente Flora. Antes de la llegada de este, llega el correo que malas noticias, el director del colegio al que pertenecía Miles ha expulsado al chico porque supone un peligro para los otros chicos. La institutriz empezó a preguntarse si verdaderamente era malo Miles, y también se pregunta acerca de su predecesora, a lo que la señorita Grose le informa que falleció lejos de Bly. Un día, mientras la joven cuidadora da un paseo por el campo que hay alrededor de la casa, ve a lo alto de una torre una figura que la mira atentamente. Poco después le comenta esto a la señorita Grose, y la definición que hace la institutriz del sujeto concuerda con la de Quint, un mayordomo que trabajaba antes en Bly y que había muerto.
No lleva sombrero. Era pelirrojo, muy pelirrojo, con el pelo muy rizado, y el rostro pálido, alargado, correcto de rasgos, con unas patillas pequeñas, un poco raras, tan pelirrojas como el pelo. Las cejas, sin embargo, resultaban más oscuras; eran especialmente arqueadas, como si tuvieran bastante movilidad. Tenía los ojos penetrantes y extraños... terribles. Pero lo único que sé seguro es que eran pequeños y miraban fijamente. La boca era ancha y los labios delgados y, exceptuando las cortas patillas, iba bastante bien afeitado.
(Pasan varios diálogos)
-¿Le conoce?
¡Quint!-gritó.
-¿Y qué fue de él?
-También se fue.
-¿Adónde se fue?
-¡Dios sabe adónde! Murió.
Más tarde, también se le aparece el fantasma de la señorita Jessel. La institutriz piensa que estos fantasmas quieren apoderarse de los niños y llevárselos, por lo que se vuelve aún más protectora. Continúan las apariciones a la vez que la institutriz piensa que los niños se ponen en contacto a escondidas con estos fantasmas, algo que los pequeños no manifiestan cuando la institutriz les insinúa al respecto. Finalmente, la institutriz saca como conclusión que lo mejor para los niños es que se vayan de Bly, hasta ella misma se plantea dejar de trabajar ahí. Un día, la joven cuidadora nota la ausencia de la pequeña Flora, por lo que pide ayuda a Grose para buscar a la pequeña. Tras una larga e intensa búsqueda, encuentran a la pequeña y la institutriz aprecia la figura de la fallecida señorita Jessel:
¡Está allí, pequeña desgraciada! ¡Allí, allí, allí, y la estás viendo tan bien como yo!
Sin embargo, la respuesta de la señorita Grose es muy distinta:
-¡No está allí, señorita!¡Allí no hay nadie y tú nunca has visto nada mi amor!
Finalmente, la novela concluye con la señorita Grose llevándose a Flora y Miles falleciendo en los brazos de la institutriz después de que el fantasma de Quint se apareciera y la institutriz le hiciera irse gritándole para proteger a Miles.
Como habréis podido observar, Otra vuelta de tuerca se trata de una lectura llena de incógnitas, lo cual hace que el papel del lector cobre aún más importancia. Personalmente, yo saco la conclusión de que se trata de una novela psicológica y que verdaderamente no nos podemos creer a la narradora, en este caso la institutriz, ya que creo que todo a sido producto de su imaginación. Esta decisión personal de creer esto no la tengo sin un fundamento previo, pues es ella la única de la que tenemos certeza que observa los fantasmas, dejando a un lado su obsesión de la supuesta relación entre los fantasmas y los pequeños.
Otras valoraciones que también saco tras esta lectura es la gran dificultad que tuve para meterme de lleno en la historia, pues gran parte de esta se basa en puros pensamientos de la institutriz. Estos pensamientos creo que también suponen la principal clave para entender la psicología de este personaje, así como también la trama de la historia. A mí me parece que sus pensamientos delatan a un personaje con falta de cariño, pues desde el principio se ve a una chica muy pendiente de los pequeños, a los que acaba de conocer y los trata como si fueran sus hijos. También se pregunta en algunas partes de la lectura sobre el comportamiento de los pequeños hacia ella, lo que me parece que muestran a una persona muy pendiente de la aprobación del resto y muy tocada psicológicamente hablando. Por tanto, saco como conclusión que los fantasmas son simples marionetas que la protagonista utiliza para justificar su comportamiento sobreprotector hacia los pequeños.
No obstante, me siguen quedando dudas en la cabeza, y creo que es por esto por lo que esta novela siempre se va a quedar, de alguna manera, dentro de mí.
Por ejemplo, me planteo todavía si el niño era malo o si todo lo que concierne a esta supuesta maldad eran simples delirios de la institutriz, que tendían a exagerar todo. Ahora bien, me gustaría saber sobre las incógnitas que os han quedado tras haberos leído esta novela, la cual recomiendo mucho y pienso que es esencial leerla para entender a su autor, Henry James.
A mí si me ha acabado gustando, y creo que es en cierta manera porque la lectura va más allá del simple hecho de leer, sino que también incluye todos tus pensamientos una vez acabada la lectura.
Comentarios
Publicar un comentario