Algunos de vosotros puede que os preguntéis por el título de esta entrada. Lo cierto es que durante los últimos años, el término "ser un donjuán" ha sido utilizado como un calificativo positivo hacia esa persona (la infinidad de las veces un hombre), que tiene la habilidad de seducir a mujeres de forma rápida y efectiva. Esto se puede comprobar con una simple búsqueda en Internet, donde nos encontraremos títulos de artículos periodísticos como este del diario El Español:
Este es un ejemplo muy claro de cómo la sociedad tiene generalmente aceptada la buena connotación de lo que rodea a la palabra donjuán. Pero esto no queda aquí, ya que muchos se califican a sí mismos como tal:
Después de ver estos dos titulares, hace falta que nos preguntemos si la sociedad española tiene el suficiente conocimiento de la ya internacional obra
Don Juan Tenorio de José Zorrilla
. Para los que todavía no conocen el argumento, os dejo con mi resumen.
Esta obra de teatro comienza en el día de carnaval en Sevilla. Dos jóvenes, don Juan y don Luis, se reúnen en una hostería para ver quién de los dos ha ganado la apuesta que el año pasado habían hecho. Dicha apuesta consistía en quien se comportara de la manera más terrible durante un año ganaría. Ambos ponen en común sus tiranías y sale como vencedor don Juan Tenorio. Al concluir el encuentro, don Juan se propone como objetivo conquistar a doña Ana de Pantoja, la mujer que al día siguiente se va a casar con don Luis y enamorar a una novicia, que acaba siendo doña Inés. Don Juan consigue su propósito, causando por el camino la muerte de don Gonzalo, padre de doña Inés y la don Luis, que acaba siendo asesinado por don Juan tras enfrentarse a este como venganza por quitarle a la que iba a ser su mujer. Doña Inés, al enterarse del fallecimiento de su padre, acaba quitándose la vida. Al final de la obra, don Juan vuelve a Sevilla después de cinco años, concretamente al panteón donde descansan los cuerpos de las tres víctimas. Allí se le aparece la sombra de doña Inés, que le dice:
"Yo a Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura,
y Dios, al ver la ternura
con que te amaba mi afán,
me dijo: <<Espera a don Juan
en tu misma sepultura.>>
Don Juan entiende este acontecimiento como un delirio, aunque acaba amenazando a las estatuas:
"Yo soy vuestro matador
como al mundo es bien notorio;
si en vuestro alcázar mortuorio
me aprestáis venganza fiera,
daos prisa: aquí os espera
otra vez don Juan Tenorio."
Más tarde, don Juan se dirige a la estatua de don Gonzalo con las siguientes palabras:
"Tú eres el más ofendido,
mas, si quieres, te convido
a cenar, Comendador."
Durante la cena que mantiene don Juan con sus amigos Centellas y Avellaneda, se empiezan a oír ruidos y sonidos extraños, que acaban materializándose en la estatua de don Gonzalo entrando por la puerta de la casa sin abrirla. Esta estatua se dirige a don Juan así:
"No pienses, no,
que se levanten, don Juan,
porque en sí no volverán
hasta que me ausente yo.
Que la divina clemencia
del Señor para contigo
no requiere más testigo
que tu juicio y tu conciencia.
Al sacrílego convite
que me has hecho en el panteón,
para alumbrar tu razón,
Dios asistir me permite.
Y heme que vengo en su nombre
a enseñarte la verdad,
y es que hay una eternidad
tras de la vida del hombre.
Que numerados están
los días que has de vivir,
y que tienes que morir
mañana mismo, don Juan.
Mas, como esto que a tus ojos
está pasando supones
ser del alma aberraciones
y de la aprensión antojos,
Dios, en su santa clemencia,
te concede todavía,
don Juan, hasta el nuevo día
para ordenar tu conciencia."
Finalmente, don Juan acaba falleciendo en un duelo contra Centellas y Avellaneda después de que les culpara a ambos como autores de una broma macabra en la que simularon las apariciones de doña Inés y don Gonzalo. Una vez muerto, se reúne con don Gonzalo, que está a punto de llevarle al infierno cuando aparece doña Inés salvando a don Juan y dice lo siguiente:
"¡No! Heme ya aquí,
don Juan; mi mano asegura
esta mano que a la altura
tendió tu contrito afán,
y Dios perdona a don Juan
al pie de la sepultura."
Podemos ver claramente que Don Juan Tenorio es una auténtica obra romántica por temas como el enorme individualismo representando a la perfección en el personaje de don Juan, el ansia de libertad por la que tanto lucha al final de la obra, los paisajes como cementerios, la atracción por lo sobrenatural, que se ve de manera muy explícita durante las apariciones de la sombra de doña Inés y la estatua de don Gonzalo de Ulloa. Pero, dentro de todas estas características coincidentes entre el romanticismo y esta obra, hay que destacar dos por mostrarse de manera muy clara: el amor pasional, (las entregas súbitas totales) y el costumbrismo, claramente manifestado en la España de la época y en personajes delincuentes y fiestas como la del día de carnaval.
Otra característica muy notoria de esta obra de Zorrilla es que está escrita en verso. Esto me pareció una gran dificultad al comienzo de la lectura, ya que no estoy para nada acostumbrado a leer así; pero, según fuimos avanzando, sentí que esto ya no suponía una barrera y que conseguía disfrutar al igual que cuando leo en prosa. Esta falsa sensación de complicación la sentí también con el vocabulario, mucho más antiguo y culto que el que uso en mi día a día; pero, de nuevo, se trataba más de una barrera inventada que verdadera. Lo cierto es que, en la edición que leímos, en cada página te pone el significado de expresiones o palabras por si no las entiendes, lo que me facilitó increíblemente la lectura y el disfrute de la misma.
Al tratarse de una obra tan famosa y representada en todo el mundo, muchos son también los autores que han querido hacer su propia versión de don Juan. Un ejemplo es el cuento titulado "El don Juan" de Benito Pérez Galdós, novelista español de los siglo XIX y XX. En este cuento el protagonista se describe a sí mismo de la siguiente manera:
Entonces era yo el don Juan más célebre del mundo, era el terror de la humanidad casada y soltera. Relataros la serie de mis triunfos sería cosa de no acabar. Todos querían imitarme; imitaban mis ademanes, mis vestidos. Venían de lejanas tierras solo para verme.
Sin embargo, en este cuento don Juan no sale bien parado y es que, a pesar de su constancia intentando enamorar a una gallega de nombre Victoria, casada con Lurenzo, un bibliómano, este último acaba lanzando al protagonista libros muy pesados que acaban por dejarle en el suelo inconsciente. Este don Juan no se rinde y es que, como él mismo afirma, mi aventura 1.003 había fracasado. Más tarde salta una tapia para llegar a un jardín donde le espera una sombra blanca que el día antes le había citado con una nota en ese mismo lugar. Don Juan, guiado por la mano de ella, acaba en una habitación oscura, en la que, cuando el protagonista va a tocar a esa sombra, se empiezan a escuchar risas. La sombra blanca se quita el velo y descubrimos que se trata de una señora de noventa años. Los que se reían, entre ellos la gallega y el bibliómano, golpeaban a la vez a don Juan . Este acabó encerrado en un sitio desconocido y el cuento acaba con la siguiente reflexión del protagonista: La sociedad ha tenido que aherrojarme como a una fiera asoladora; y en verdad, a dejarme suelto, yo la hubiera destruido.
Claras son las diferencias entre el don Juan de Zorrilla y el de Pérez Galdós, dos finales distintos. En esta parodia a la obra original, don Juan no consigue sus objetivos, fracasa estrepitosamente y por primera vez se nos muestra un don Juan débil.
Creo que, con todo este análisis de la figura de don Juan, puedo definirlo perfectamente. Don Juan nunca ha sido un héroe, da igual la versión que leas. Un héroe significa "personaje principal en una obra literaria o cinematográfica, especialmente el que produce admiración por sus buenas cualidades". No podemos permitir que se cree el pensamiento de que un hombre que ha matado, violado y abandonado es en verdad un héroe. Voy a tomar como final las palabras de Blanca Portillo sobre don Juan:
Tenorio no es un héroe. Es alguien que huye de su propio vacío, llevándose por delante todo aquello que se cruce en su camino. No es un luchador en busca de un mundo mejor, de un cambio en el sistema, no es un buscador de belleza.
Fotografía de la representación de Blanca Portillo
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