Hemos terminado con nuestras exposiciones, pero todavía nuestros pensamientos y reflexiones siguen dando vueltas a nuestro alrededor. ¿Cómo es posible que partiendo todos de la misma base, es decir, del pleno desconocimiento, hayamos tomado caminos tan distintos? Creo que hay una palabra que explica perfectamente este proceso, la evolución.
Voy a comparar algunas de nuestras lecturas de cuando éramos pequeños y pequeñas, para que el contraste al crecer y madurar sea aún más visible. Los libros que más veces se mencionaron a lo largo de nuestras intervenciones fueron El rey león, Gerónimo Stilton y otros cuentos populares. Ahora las lecturas son de lo más variadas, desde temas de actualidad como es el racismo, hasta la mitología griega. Este proceso de buscar libros con los que te sientas cómodo leyéndolos, buscar los géneros más cercanos a tus gustos pero sin poner una barrera entre unos u otros, es un proceso que me apasiona.
Una vez finalizadas nuestras intervenciones, hablamos sobre cosas que nos han llamado la atención, las reflexiones que hemos sacado tras comparar nuestra evolución los unos con los otros... Y Paula abrió la puerta a un tema que me parece muy interesante y en el que me he querido adentrar.
El origen de muchos de los cuentos más reconocidos
Cuentos como el de Pinocho esconden un pasado menos conocido. El relato original posee una crueldad absoluta, algo que nos da qué pensar ya que muchos siguen creyendo que fue originalmente categorizado como literatura infantil. En la historia original, Pinocho es ahorcado en una encina a manos de un zorro y un gato para poder quitarle las monedas de oro que tenía encima. ¡Pero madre mía! ¿Cómo puede ser eso cierto? Creo que esa historia no ha llegado a los oídos de muchos de nosotros, a los que en vez del relato original, nos llegó uno dulcificado y exento de los crueles abusos que sufrió. Y esto pasa en muchos otros cuentos, se cambia la historia original por una más agradable.
Dejando este tema a parte y completamente abierto para una futura entrada, quiero contar algunas de las conclusiones que he sacado después de escuchar atentamente y tomar notas de las exposiciones.
Claudia comentó que ella ya fue consciente desde muy pequeña de los estereotipos de género en el mundo de los libros. Portadas rosas con dibujos de princesas inundan las estanterías de cientos de niñas pequeñas, mientras que los niños prefieren que las portadas contengan imágenes de dragones o villanos. Pero, ¿esto quién lo ha provocado? Todos sabemos que la publicidad es un fiel aliado de los estereotipos sexistas, pero nosotros que somos quienes tenemos el poder de decidir si voy o no a comprar un libro, ¿por qué seguimos manteniendo esto? No voy a negar todos los cambios que se han producido en los últimos años, y sé que hemos conseguido mejorar mucho, pero deberíamos de hacer todos un esfuerzo para que un color no sea una barrera que un género u otro no pueda pasar.
Una vez que crecemos estos estereotipos varían. Ahora ya no se trata de la portada, porque ya no le damos tanta importancia a lo visual, valoramos más el contenido. Vale, adivinar que pasa. Ciertos géneros como el romántico o el poético pasan a ser categorizados como lecturas femeninas. Es algo que no está escrito en ningún sitio pero que todos sabemos. Nunca llegaré a entender esto, pero si es verdad que muchos seguimos ese patrón. Me sorprendió escuchar como muchas de mis compañeras de clase han leído la misma colección de libros, llamada After, ya que no conozco a ningún chico que se haya interesado por ella. Parece que vamos a tener que hacer un esfuerzo para eliminar todas las etiquetas y prejuicios que rodean a cada tipo de lectura.
Para finalizar, me gustaría decir que la historia que nos cuenta un libro nunca está pensada para un género, simplemente es la materialización de los pensamientos o ideas del escritor. Solo es eso, pura imaginación. Os dejo por aquí mi presentación, muchas gracias por llegar hasta aquí.
Increíble lo trabajada que está esta entrada, con muchas reflexiones y apuntes de las exposiciones de los compañeros que demuestran que has prestado atención a sus palabras, y que has escuchado, no solo oído lo que dicen.
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